“El juego solo quiere jugar…”
“El juego solo quiere jugar…”
De La Bengala Perdida . luis alberto spinetta
“Sabed que la vida del mundo es en realidad juego y distracción, así como apariencia, jactancia entre vosotros y rivalidad en riqueza e hijos. Es como una lluvia que admira a los sembradores por las plantas que genera, pero que después se seca y las ves amarillentas hasta convertirse en deshecho. En la Última Vida habrá un duro castigo, y también perdón de Allah y beneplácito. La vida del mundo no es más que el disfrute del engaño.”
Corán (57,20)
Esta introducción es una enorme metáfora de la vida y el juego.
Pero no todo juego es distracción. Muchos, los mejores, son concentracion.
La palabra juego proviene del latín iocus , que quiere decir 'broma'.
Un juego es una actividad desarrollada por uno o más individuos, cuyo propósito inmediato es entretener y divertir.
Sin embargo, además de entretener, otra función de los juegos es el desarrollo de habilidades y destrezas intelectuales, motoras y sociales.
Este tipo de actividad es practicada tanto por los seres humanos como por los animales.
Con la práctica del juego, los seres vivos aprenden formas de socialización y adquieren las habilidades necesarias para la supervivencia en su respectivo hábitat.
Cuando los gatos, por ejemplo, juegan con objetos en movimiento, están aprendiendo a cazar. Asimismo, cuando los perros juegan a las mordidas entre ellos, están aprendiendo a socializar con sus congéneres y también a defenderse.
El mismo fenómeno ocurre con el ser humano. Cuando los niños practican juegos entre ellos, aprenden a negociar, llegan a consensos ya socializar. Por lo tanto, los juegos en los humanos cumplen la misma función, a pesar de que luzcan como una forma simple de entretenimiento.
Los juegos siempre pretenden la diversión y el entretenimiento, ya que el ser humano no puede vivir racionalizando constantemente su universo. Por lo tanto, ellos permiten el descanso mental, la variedad de la rutina y la activación de otro tipo de procesos, como los reflejos y la intuición.
Están dirigidos al desarrollo de habilidades mediante la práctica. Por ejemplo, habilidades como la atención, la velocidad, la asociación de palabras, etc. Por eso, el juego es sumamente importante en la fase de la infancia, aunque debe estar presente a lo largo de toda la vida.
Existen juegos espontáneos y libres, y existen juegos estructurados en función de una meta y con reglas.
Todos ellos son igualmente eficaces en el desarrollo de habilidades.
Tenemos innumerables formas de jugar. Cada uno desarrolla e incentiva diferentes aspectos de nuestra vida social.
Desde chicos necesitamos los juegos “populares”
Desarrollamos nuestra estrategia con la escondida y la mancha.
Con una “cocacola”, la acústica.
El sube y baja demandará usar el cuerpo para equilibrarnos.
Y el tobogán nos ayudará a vencer el vértigo.
Casi todos, son participativos.
En otro plano, y ya más grandes, tenemos los juegos de mesa. Desde las barajas donde vamos a poner a prueba nuestra astucia y, a veces, la picardía, hasta el ajedrez que nos hará desarrollar tácticas y estrategias. Siempre en grupo.
Ni hablar de los juegos deportivos. Desde el uno contra uno como el tenis, en el que hay que desarrollar la máxima concentración, hasta los de equipo, como el rugby, por ejemplo, que nos hará aprender a convivir y tener metas en común. Y sí, siempre hay un otro.
También tenemos los juegos solitarios como los crucigramas, el sudoku, las sopas de letras, etc.
Dejo para el final una modalidad, que a mí entender, es digno de un gran análisis.
Son todos los juegos que tienen como soporte recursos visuales como monitores, pantallas de computadora y consolas de juego. De mesa o portátiles.
O sea los videojuegos.
Además de ser un negocio fabuloso, en EE UU el 58 % son jugadores.
Ellos pasan un promedio de dos horas al día frente a la pantalla y con los controles en las manos. El promedio de edad del usuario es de 35 años, mientras que los menores de 18 tienen el 29 % del mercado.
Y como era de esperarse, el mercado de juegos para teléfonos inteligentes creció exponencialmente.
El lado positivo de los videojuegos, es que nos enseñan y mejoran habilidades mentales. Son medios didácticos y emocionales.
Pero también tienen la contraparte.
Hay personas susceptibles de volverse adictas a los videojuegos, y no son pocas.
Algunos juegos son agresivos y violentos. Jugar por largos periodos de tiempo puede fomentar la pérdida de la sensibilidad ante estos temas, consecuencia que solo se logra con personas adictas ya largo plazo.
Aquellos que se divierten con juegos violentos no pueden socializar sanamente con otras personas. Debido a que los juegos de video no fomentan el diálogo, la violencia como forma de solucionar las dificultades se convierte en el camino para asumir las discusiones y diferencias.
Paradójicamente, a los videojuegos se los suele llamar jueguitos y no juegos.
Lo preocupante de este análisis, es que desde ya hace un tiempo y encima, profundizado por la pandemia, muchos, muchísimos de nosotros hemos dejado de jugar juegos para jugar jueguitos, mayoritariamente distractivos.
Hemos perdido el contacto físico con el otro.
De curarnos el raspón que nos hicimos al caer mal del tobogán.
De disfrutar de la previa y de la posterior.
De confraternizar, más allá del juego.
De festejar la victoria con un abrazo y llorar abrazados la derrota.
De hacer la seña del ancho de espadas.
De voltear al rey cuando nos cantan jaque mate.
De mirarnos a los ojos.
Y es que el juego solo quiere jugar.
Alberto Oneto




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