Negro sobre Negro (homenaje)



Cada vez que se juega un Mundial de Futbol, ​​el Correo Argentino emite una serie de estampillas para conmemorar el evento.

Se jugaba el Mundial de Alemania en el 2006, y un año antes se me ocurrió convocar a Roberto “Negro” Fontanarrosa para que ilustrara la serie.

Sabía de su pasión por el futbol y por Argentina. 

También sabía que en el 2003 se le había diagnosticado esclerosis lateral amiotrófica (ELA) y que no la estaba pasando bien. 

Me parecía que podía ser un incentivo para él.

Lo contacté. Compró la idea.

Enseguida comenzamos a encontrarnos innumerables cantidad de veces en un bar de Palermo con mesas en la vereda, cerca de donde él iba a hacer su “recuperación”.

Le dedicaba
mos 10 minutos a hablar del proyecto y horas a charlar y cagarnos de risa de la vida y la muerte bordada en la boca, como dice su amigo Joan Manuel Serrat.

Ya estaba en silla de ruedas. Y era inevitable que, cada vez que yo llegaba para darle un beso y un abrazo, me llevara por delante los pedales y tropezara y cayera encima de él.
Terminó siendo una rutina de cada encuentro.

Recuerdo que en uno de ellos, le llevé el contrato para que firmara su participación.

Me miró un rato largo.

- ¿Vos sos boludo?

- ¿ Por qué?

- ¿Me  pedis que firme?

-      Sí, negro. Si no es imposible que publiquemos

-    Boludo. Me llamo Roberto Fontanarrosa. El nombre y apellido mas largo del mundo. Dame 1 hora y veo que hago.

Todo era una mezcla de humor y resignación.

Todos sabíamos, también él, que no quedaba mucho tiempo.

En algún momento me contacté con los directivos de Rosario Central y armamos un acto de homenaje al Negro.
En su club, en su ciudad, con la excusa de la presentación de las estampillas.

Fue genial. Estaban todos los “canallas” del mundo.

El Negro muerto de la emoción. Yo muerto de orgullo.

No hubo guion. Al Negro no le hacia falta.

Habló, lloró, nos hizo reír, como siempre.

Al final, para mi sorpresa, el Negro dice:

“Les quiero presentar a un amigo. Otro negro. El Negro Oneto, que me invitó a hacer este trabajo.
Es un buen tipo. Pero nunca me quedó claro cuales son sus intenciones.
Cada vez que nos encontramos, se abalanza sobre mí con un amor desmedido”

Volvimos juntos a Buenos Aires.

Él, al poco tiempo, volvió a Rosario. Para despedirse . El 19 de julio de 2007

Alberto Oneto

Comentarios

Entradas populares