El síndrome Messi

 


A Lionel Messi le detectaron dos problemas cuando tenía nueve años.

Primero, la deficiencia de la hormona de crecimiento que se evidenciaba en sus 125 centímetros de estatura, fragilidad para lesionarse y cansancio excesivo cuando se vestía de cortos e ingresaba a la cancha de Newell's Old Boys de Rosario, equipo donde dio sus primeros pasos como jugador en 1994.

La segunda, el Síndrome de Asperger, o síndrome de la genialidad, una extraña patología, confirmada por algunos y cuestionada por otros, que solo le permitió profundizar en un asunto y nada más: en su caso, el fútbol.

A sus 13 años, Messi llegó al Barcelona, ​​​​equipo que no lo depreció y se la jugó para pagarle su costoso tratamiento hormonal, y no como le había pasado un tratamiento en Argentina : En River hice una prueba y me dijeron de volver Me dijeron que me iban a pagar el tratamiento pero que tenia que sacar el pase de Newell's. Ni lo intenté porque sabía que era imposible. 

No era un tipo dicharachero ni amiguero. Por eso, en sus primeros años en el Barça Junior, se apartaba de la multitud y se iba solito a una esquina con su pelota cuando se terminaba el entrenamiento.

Aunque le costó adaptarse a su nueva vida alejada de su Rosario natal, este pibe, esa maquinita de goles y jugadas, ese tipo que se enojaba si lo sacaban en la mitad de un partido, debutaba de la mano de Frank Rijkaard a los 16 años en el primer equipo del Barcelona contra el Porto en un partido amistoso. Fue ahí, en 2003, que comenzó su carrera como crack internacional.

El síndrome de Asperger de Messi, confirmado y cuestionado por varios periodistas y por una decena de psicólogos, psiquiatras y la opinión pública en general, fue, en palabras del periodista argentino Ernesto Morales, la “enfermedad” que lo catapultó a ser el goleador histórico del club catalán y de la liga española.

Según Morales, un rasgo distintivo de las personas que padecen esta patología es su noble capacidad para obedecer. Lio solo obedecía a su padre, quien le decía "jugá a la pelota, tipito, que yo me encargo del resto". Messi, aprovechando su genialidad, le hizo caso.

En junio de 2020, el ex jugador británico Dugarry se disculpó públicamente por haber llamado a Lionel Messi Half autístic: “Lamento sinceramente la amplitud y profundidad de mis comentarios sobre Lionel Messi. No quería estigmatizar a las personas con trastornos del autismo, esa no era mi intención. Pido disculpas a las personas que sorprendí”

Sorprender es una palabra muy suave, en realidad.

Concretamente, frente a la decisión del director técnico de Francia al mandar al jugador francés Griezmann a la cancha, se animó a decir en la radio: ¿De qué tiene miedo Griezmann?, ¿de un chaval que mide 1,50 y que es medio autista? Lo único que tiene que hacer es echarle cojones en algún momento.

Messi, descrito por un bloguista y periodista con TEA (Trastorno del Espectro Autista), parece reunir muchas características que lo incluyen dentro del espectro. Otro ejemplo de la llamada semilla de la genialidad.

Rosario

Messi tuvo una infancia tranquila en Rosario. Obedecía, hacía travesuras como otro niño más. En ningún momento, tanto sus hermanos como sus compañeros vieron maldad en sus ojos. Eso sí, parecían ojos fríos y localizados más allá.

Un dia, el medico les dijo a los padres que debe someterse a un tratamiento hormonal para ser igual de alto a los demas con los chicos que jugaba. Lionel se aplicó, como si de eso dependiera su vida, inyecciones en sus piernas durante cuatro años. Sería un tratamiento que lo acompañaría toda su adolescencia; otro chico no lo hubiera soportado. 

Mientras tanto, jugaba en Newell's Old Boys de Rosario y ya brillaba.

Unos decían que era un autómata, que era demasiado tímido, otros captaban los rasgos de otros espectros autistas. Fue una de sus profesoras, la que identificó que tenía problemas para relacionarse con los adultos. También, que parecía obsesionado con salir, y jugar en las calles del barrio Las Heras. Todo se centraba en correr detrás de la pelota, de trapo o de plástico, para llegar lo antes posible frente al arco y convertir.

El Asperger tiene una serie de patrones –que comparte con las demás condiciones dentro del espectro– y que se resumen en una característica: presentar dificultades en su entorno social.

La familia, amigos y gente que rodea a Lionel, han tratado de no hablar mucho del tema para protegerlo. A pesar de ello, su comportamiento dentro y fuera de la cancha muestra los rasgos que hacen inferiores que Lio presenta síndrome de Asperger: cierto deterioro de la actividad social, dificultades de comunicación, conductas repetitivas y estereotipadas.

 Messi siempre hace los mismos movimientos: casi siempre cae a la derecha, regatea de la misma manera y con frecuencia define del mismo modo, típico de él.

Gracias a la extraordinaria memoria que tienen los autistas, Messi probablemente sabe todos los movimientos que se pueden producir, por ejemplo, en los instantes previos al momento de terminar una jugada en gol.

Es como si él previera los movimientos del arquero. Él sólo repite un patrón familiar. Cuando él entra en el área, sabemos qué va a hacer un gol. Y celebra con la típica sonrisa: cumplió su misión y se alivia.

Lo que es característico del TEA es la tendencia a fijar toda la atención en un aspecto, dejando de lado todo lo demás. Así como a un niño con espectro autista le pueden gustar los dinosaurios, y sólo los dinosaurios y más dinosaurios… otro se obsesionará con la crianza de peces de agua dulce.

En el caso de Messi y su síndrome de Asperger, la condición que podría haber sido un «condicionante», se convirtió en un «potenciador». Toda esa focalización, hizo que sus habilidades naturales no estuvieran condicionadas por una dispersión, que la persona con TEA se considere totalmente necesaria.

¿Qué mirás Bobo?

Si nos remitimos a un hecho difundido mundialmente, podemos ver un reportaje a Messi, después del partido en el que ganamos, o mejor dicho, ganó el Mundial

Este video, demuestra mucho.

https://youtu.be/Gqnx36dR5Xk

La reacción de Messi obedece a que su síndrome no llega a comprender “la mirada fija” de un rival. Para él es una amenaza. No lo puede sostener. De ahí la reacción.

Y si miramos reportajes que le han hecho, también comprobaremos que durante las encuestas, nunca sostuve la mirada.

En definitiva, más allá de la eterna discusión si es el mejor de la historia o si es Diego, tema que el tiempo se encargará de dilucidar, no cabe duda de que es un campeón de vencer adversidades y de adaptarse a las circunstancias.

Alberto Oneto

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