La recidiva

Prefiero que me putees.

Que te saques la bronca de una sola vez, sin vueltas ni analgésicos.

Que no te lo calles.

No importa si tenés razón. Ni siquiera si es atinado.

No importa el daño que puedas provocar.

Lo que importa es que salga, y de una vez.

Porque si no, las consecuencias de lo no dicho, se pagan siempre, tarde o temprano.

Y puede durar.

Minutos, horas, días, meses o años.

Si tenés la capacidad de tener una memoria casi extraterrestre como para recordar lo que sucedió hace:

Minutos, horas, días, meses o años.

Prefiero que no te calles.

Aunque me resulte más cómodo tu silencio.

Cada uno sabe las consecuencias que paga.

Y, ya se sabe, que lo que se calla genera peste.

Alberto Oneto

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