La BIC y su capuchón
La birome. Gran invento, indudablemente. Revolucionario. Genial
Un invento
argentino.
Es de Ladislao
Biro, un húngaro nacionalizado argentino, quien la patentó en Buenos Aires en
1943.
El origen de su
nombre es más que obvio.
Y si, los
argentinos, y sus inmigrantes, somos pioneros desde hace mucho tiempo.
Muy poco tiempo
después, Marcel Bich y su socio Edouard Buffard comienzan a fabricar en 1945
plumas y partes mecánicas de lápices en la localidad francesa de Clichy. Es el
germen de lo que hoy es la empresa.
La BIC, como hoy
se conoce, no se comercializaría hasta 1950 cuando Marcel Bich decide lanzarlo
en Francia. La marca es una versión acortada de su propio nombre.
Y se arrogaba de permitirnos un bolígrafo de hasta 2 km de escritura lineal.
Los bolígrafos
BIC también cuentan con un diseño ergonómico que las hace cómodas de sostener
durante largos periodos de escritura. Su forma hexagonal y peso equilibrados
permiten un mejor control y evitan la fatiga en la mano.
El agujero que
tiene en el centro, sirve para igualar la presión que existe fuera del
bolígrafo con la que hay en su interior explica la empresa. Al parecer, de no
ser por esta pequeña abertura podría estallar cuando lo subiésemos -por
ejemplo- a un avión.
Además, existen casos
documentados de que su tubo hexagonal ha sido utilizado para efectuar
traqueotomías de emergencia, lo cual, ha salvado vidas.
Por otra parte,
son respetuosas con el medio ambiente. Utilizan materiales reciclables en su
fabricación.
Un capítulo
aparte merece su capuchón.
Tiene un orificio
en el extremo que se implementó en 1991 como medida de seguridad en todos las BIC,
complementando otros estándares de seguridad ya existentes. Con esto se logró
evitar que una persona, en el caso de ingerir este elemento, pudiera ahogarse. El
agujero en la tapa permite el paso de oxígeno para dar tiempo a una adecuada
atención médica.
Curiosamente, se
han ido conociendo nuevos e inesperados usos de la BIC en el último tiempo,
particularmente atribuidos a su capuchón.
Por ejemplo, se
utiliza esta parte del bolígrafo para calcular la cantidad de sal que debe
consumirse diariamente (equivalente a 2 gramos).
Algunos amigos
miden con el capuchón otras sustancias, que luego aspiran con el cuerpo de la
BIC.
Pero casi nadie
valora otros usos, no menos importantes.
Recuerdo a un
guitarrista que al no tener púa, sacó su BIC y tocó con el capuchón.
Además de poder
usar su cuerpo como cerbatana, el capuchón tiene una virtud inigualable que
tienen que ver con nuestra higiene personal: higienizar nuestros oídos.
Está
científicamente comprobado que es mucho más eficiente que el uso de los
hisopos, ya que estos “empujan” la cera hacia dentro del oído y no logran su
objetivo. Mucho menos si nos pican.
Además el largo del clip de la BIC es perfecto para no dañar los oídos.
El alivio y la
eficacia, es inigualable.
Su forma cóncava, recoge la cera, limpiándolo de modo muy eficaz.
Por otra parte,
es un limpiauñas perfecto.
Seguramente estas
últimas funciones no fueron tenidas en cuenta por el amigo Marcel Bich.
Es que lo
perfecto no tiene límite.
Alberto Oneto
La BIC de camping (relato)
Estamos en un
camping, esta vez en Colón, a orillas del río Uruguay, con playas de arenas
blancas y finas.
Usted terminó de
sacarle a su hijito de 1 año la arena que tiene en el pupo y las bolitas.
Como? soplando con el canuto de la BIC.
Luego le regresa
la tinta al tubo de la lapicera, y mirando la alegría del mocoso por el juego,
del airecito, se dispone a continuar con las palabras cruzadas, dejándose llevar
por el aire caliente y el rumor del río.
Su mujer, que
está realizando otros menesteres, interrumpe su ensoñación, y con típica
dulzura del mediodía le expresa:
“Pelotudo, otra
vez compraste leche en sachet!? Te dije que acá no lo puedo abrir bien y se me
cae la mitad…”
Usted, con la
displicencia del que sabe, se acerca, y mientras le da un beso en la boca, toma
el sachet de las manos de su mujer.
Se sienta en un
tronco de árbol, coloca el ángulo del sachet entre los dientes (con cuidado) y
con la punta de la lapicera realiza círculos perforantes en una sola cara del
plástico.
Luego saca el
tubo de tinta y lo coloca en el sachet y toma varios refrescantes tragos del
blanco líquido, hasta lograr que el sachet quede equilibrado, entre 2 paquetes
de panes Fargo adentro de la heladerita de Yelo….
Dos años más
tarde vamos a otro camping. Nos gusta vió, que le vamo a hacer!!
En esta
oportunidad, y quizás buscando “la parejita”, el lugar es más bucólico: al
borde del lago Correntoso con muelle de madera incluido.
Todo bien, el
nene duerme, la pareja se dedica a buscar la parejita y los días pasan
tranquilos.
La BIC, como
siempre, infaltable: para las palabras cruzadas, para que el nene dibuje, para
que el padre se escarbe los dientes separados, etc.
Aunque no toda
felicidad puede ser completa, siempre.
En plena
temporada se declara una huelga de proveedores de campings y “Mal haiga” la
marosca, se armó la rosca!!.
Que comemos…
El nene está
salvado, tiene Nestum; mi mujercita siempre a dieta, pero yo… el Nestum no me
lo banco ni borracho.
Entonces…
LA BIC !!!!;
Sisisi…
1 - Uno toma la
lapicera con los dedos y procede a desarmarla: capuchón, tapa posterior y
tubito de tinta.
2 – Uno se dirige
hacia el 3CV y busca en la caja de cosas inútiles el infaltable alfiler de
gancho (chapeau Elisa) y el
infaltable carretel de tanza para remendar casi todo (gracias Néstor). Más la Victorinox (gracias Pedro Navaja).
3 – Uno busca
algún pedazo de asado de ayer para encarnar.
4 - Uno ata la tanza al imperdible gancho de
alfiler, sigue unos 70 cm y lo ata al capuchón como si fuera un “corchito” y
por fin, a falta de reel, manda por adentro del tubo de la BIC la tanza
Y lo va
muñequeando, según el pique.
Si no hay pesca,
es culpa del lago.
Pepe Garbini
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