El Polaco

 


Según la mayoría de las estadísticas, hay 5 grandes cantantes de tango.

En estricto orden alfabético: Carlos Gardel, Roberto Goyeneche, Edmundo Rivero, Julio Sosa y Ángel Vargas.

Pero mi preferido fue siempre Goyeneche.

Nació en el barrio de Saavedra, en una casa de Avenida Del Tejar (hoy Ricardo Balbin) y Superí. Y la mayor parte de su niñez la pasó en una pequeña casa en Melián 3167.

Antes de iniciar su destacada trayectoria como cantor, trabajó como chofer de colectivos de la línea 19, como taxista y también como mecánico.
Fue, además, un apasionado y fiel hincha del Club Atlético Platense

En 1952 fue convocado por Horacio Salgán para reemplazar al cantor Horacio Deval y compartir créditos con Ángel Díaz, quien fue el que lo bautizó como “El Polaco”, por ser delgado y tener el pelo rubio, similar a los jóvenes inmigrantes de origen polaco.
Y porque los cantores eran todos morochos. Y él le rompió todos los esquemas.

Con Horacio Salgán registró cuatro grabaciones para la empresa discográfica RCA Víctor

En 1956, a los treinta años, se convirtió en el cantor de la orquesta de Aníbal Troilo.

Los músicos que lo acompañaban en vivo tenían que estar preparados para su estilo de largos silencios y por su fraseo particular.

Troilo también se convirtió en su entrañable amigo y ladero de noches, drogas y alcohol.


Roberto Emilio, su hijo era ahijado de Aníbal.

Y, como consecuencia de tantas rondas, el Polaco se hizo muy amigo del whisky. Sin hielo, como aprendió a tomarlo.

Luisa Mirenda, su esposa, un poco por cuidarlo y otro poco porque no le gustaba la idea, comenzó a prohibirle tomar whisky en su casa.

Los refugios

Y así fue como el Polaco tuvo que empezar a buscar sus refugios.

Un refugio es un lugar en donde ampararse, resguardarse, recibir protección, asilo o acogida.

Lo encontró en un bar, cerca de su casa.

La Sirena

El histórico bar La Sirena, que abrió sus puertas en el siglo XIX como una pulpería, no era una simple construcción vieja ubicada en la esquina de Ricardo Balbín y Núñez. Se trataba, por sobre todas las cosas, de una leyenda arquitectónica. Hoy ya no está.

El Polaco enseguida se dio cuenta que era “su lugar en el mundo”, donde servían whisky y encima contaba con mozos amables y cómplices.


Todas las tardes, le decía a su mujer que se iba al bar a tomar un tecito. El secreto era que había logrado que los mozos le sirvieran el whisky en una taza de té.
Después de todo, el color es el mismo, y si Luisa pasaba por la esquina y miraba, jamás sospecharía.
Genial!!!

La Escuela

Pero siempre hay que tener un plan B. Y el Polaco lo sabía.


El Bar La escuela está en la esquina de Manuela Pedraza y Vidal junto a Quique, su dueño, desde 1988.

Quique trabajó desde el 88 hasta el 97 en el bar.
En sus primeras épocas, el Polaco lo visitaba seguido.

Luego, menemismo mediante, Quique necesitó ir a buscar trabajo afuera.
En el 2012 volvió.
En ese impasse el bar siguió abierto y trabajaban el padrino y la madre.

Hoy sigue en pie.

2 perlas

El Polaco ha cantado miles de tangos, pero, a mi entender, su versión de Naranjo en flor, es incomparable.

Por favor, escuchen.

https://youtu.be/Hjw9wShH9xU?feature=shared

Y, para terminar, la última grabación que hizo el Polaco, meses antes de morir.
Otra joyita.

https://youtu.be/LBOlyEHYt6A?feature=shared

Gracias por todo Polaco ¡!!!!

Alberto Oneto




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