Media clase
“Creo que no es nada
fácil descifrar por qué los jóvenes están cada vez más alejados y alejadas de
la militancia. A veces pienso que este sistema que tenemos tan interiorizado,
que nos inculcan desde pequeñitos, llamado capitalismo, es uno de los grandes
culpables, creando generaciones cada vez más vacías de crítica y más llenas de
equidistancia. Un sistema que crea individualismo y destruye cualquier atisbo
de organización. Muchas de las conversaciones que tengo con personas de mi edad
sobre política se basan en una sola cosa: izquierdas y derechas. Son incapaces
de cuestionar nada que no provenga del partido político con el que comulgan,
son conformistas con lo que les ofrece ese sistema, sin saber que hoy les
abofetean en una mejilla y mañana en la otra. Cuando intento explicarles por
qué soy anarquista, me invade la frustración ya que no conciben otra cosa, por
desgracia, somos pocos los que nos cuestionamos todo… Ya lo dijo el gran
Bakunin: «Al buscar lo imposible, el hombre siempre ha realizado y reconocido
lo posible. Y aquellos que sabiamente se han limitado a lo que creían posible,
jamás han dado un solo paso adelante».
Proudhon veía al trabajador asalariado como un deudor
permanentemente insolvente, obligado a la subsistencia presente y futura a
través del salario, y al propietario como un acumulador ilegítimo de un capital
apropiado que reclama el cobro también de manera perpetua. Dicho de manera más
coloquial, el ser propietario de un piso o un coche “buenos” no te hace
burgués, la mal llamada clase media es el mayor invento del capitalismo para
tenernos a todos bien mansitos.”
Abril Cerecero
Aunque Marx no desarrolló una teoría formal de las clases
sociales -estaba trabajando en ella a su muerte-, en toda su obra está presente
la tesis de que la relación entre las clases es la que determina el curso de la
historia. Toda la historia de la sociedad humana, hasta el día de hoy, es una
historia de luchas de clases"; afirma el Manifiesto Comunista.
"En la producción social de su vida los hombres
establecen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad,
relaciones de producción que corresponden a una fase determinada de desarrollo
de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de
producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la
que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden
determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida
material condiciona el proceso de la vida social política y espiritual en
general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el
contrario, el ser social es lo que determina su conciencia", escribía en
1859 Marx, en el Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía
Política.
Forman parte de la clase media quienes tienen algo de
propiedad.
Así, en la teoría marxista, las clases no se definen por su
posición en escalas lineales de poder, prestigio o riqueza, sino por su función
estructural en las relaciones de producción. Las relaciones sociales de
producción, que constituyen la estructura básica de la sociedad, están definidas
por el uso y la posesión de los medios de producción, es decir, de aquellos
bienes que no están destinados al consumo directo, sino que se utilizan para
producir otros bienes.
Marx sostiene que la estructura capitalista está conformada
fundamentalmente por los trabajadores -personas cuya única posesión es su
propia fuerza de trabajo- y los capitalistas -propietarios de los medios de
producción- que usan su riqueza para seguir incrementándola, mediante la
explotación de la fuerza de trabajo de los trabajadores.
Para Marx, la clase media estaba formada por quienes poseen
algo de propiedad, pero no la suficiente como para poder dedicarse a la
explotación de la clase trabajadora.
La relación de los pequeñoburgueses -sinónimo, en Marx, de
la clase media- con el trabajo es ambivalente. Defiende por un lado la
propiedad privada de los medios de producción, pero se opone a los principios
políticos de la gran burguesía, partidaria de la liberalización irrestricta, al
ser consciente de que es incapaz de competir con aquella.
Esta ambigüedad, que se refleja
en conflictos internos, reduce el papel de esta clase como actor político.
Cerecero es un joven español de 29 años. Y Marx es Marx.
Los dos, de un modo u otro, coinciden en que la clase media
es un invento irremediable del capitalismo.
En algún lado había que poner a aquellos que están a dos
aguas. Que no son lo uno ni lo otro.
Que, de algún modo, no asume un lugar. Su lugar.
No son pobres. Mucho menos ricos, pero si, aspiran a serlo.
Saben que no les dan los recursos, pero resisten.
Saben que nunca van a ser ricos, pero perseveran.
Y no está mal. Nunca hay que resignarse.
Pero el capitalismo tampoco se resigna, ni mucho menos. Se
fortalece cada día más y va profundizando la brecha entre ricos y pobres.
Es una paradoja. Porque el capitalismo se vale y mucho de la
clase media. Pero, por otra parte, de algún modo, la dinamita de a poco. No la
cuida. Al contrario. La exprime todo lo posible.
Saben que ellos pueden dar hasta su sangre para seguir
sostenidos en esa clase y de ello se aprovechan.
Es la clase que tiene más paciencia y aguante.
Estalla muy de vez en cuando. Pero cuando lo hace, es decisiva.
De todos modos, no dejan de ser unos descastados.
No deja de ser un intermedio de pequeños burgueses con
pobres afortunados.
El tango Griseta, de González Castillo habla de “Mezcla rara
de Musetta y de Mimí…”
Musetta y Mimí son los personajes femeninos de "La
Bohème". Dos heroínas contrapuestas.
Así se compone la clase media.
Y ese precio, se compra y se paga.
Alberto Oneto
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