Dödstädning
“Todo lo que
escuchamos es una opinión, no un hecho.
Todo lo que vemos es una perspectiva, no es la verdad”
Marco Aurelio
El título de esta reflexión suena complicado. Esta palabra sueca,
con un par de diéresis, difícil de pronunciar y de intuir, oculta una filosofía,
la cual es interesante analizar y profundizar, teniendo en cuenta que la
traducción, también implica un cambio de cultura. No pensamos como los suecos,
eso está claro. Pero podemos aprender e incorporar algo de ellos.
La limpieza sueca para la muerte, döstädning, es una palabra que incorpora las voces dö - muerte y städning – limpieza. Es una práctica cultural que se gestó en
Suecia, la cual aborda la preparación individual para la muerte, partiendo de
la reflexión personal y de la toma de conciencia en la necesidad de reducir
nuestros bienes materiales.
En la esencia de la práctica döstädning hay
una reflexión personal profunda, que implica una evaluación meticulosa de las
posesiones personales y su significado. La introspección incluye una
consideración ponderada de la importancia, tanto sentimental como práctica de
cada objeto. Fotografías, recuerdos y bienes materiales deben ser sometidos a
un escrutinio exhaustivo, con el propósito de discernir si contribuyen positivamente
a la calidad de vida.
Este proceso de evaluación no se limita exclusivamente a los
bienes materiales y tangibles y a la eliminación de elementos superfluos,
pudiéndose extender a la evaluación de las relaciones personales y las
experiencias de vida, y qué queremos dejar para después de nuestra muerte.
Además de dolor y pérdida, la muerte de un ser querido trae
consigo unos trámites tan tristes como inesperados. Uno de ellos es resolver
qué hacer con las pertenencias de la persona que acaba de fallecer, una
decisión que podemos ahorrar a los que nos sobreviven si practicamos el döstädning.
Todo nace en el libro How
to Free Yourself and Your Family from a Lifetime of Clutter (Cómo liberarte
a ti mismo y a tu familia de toda una vida de desorden).
Su autora Margareta Magnusson, que se define como "una
sueca de entre 80 y 100 años", se decidió a escribir el libro tras la
muerte de su marido y tener que afrontar qué hacer con todo lo que él dejó.
El döstädning es
un acto generoso para con nuestros familiares, pero también nos ayuda a nosotros
mismos. El orden y desprendernos de lo innecesario puede hacernos felices, solo
que con un enfoque nuevo.
No significa que deseemos morir, pero puede ayudarnos a
deshacernos de lo que no necesitamos.
En la limpieza sueca la pregunta es: "¿Alguien será más
feliz si conservo esto?".
La legión de seguidores de este método aseguran que funciona
precisamente por eso: cuando el centro dejas de ser vos, y asumís que ya no
estarás, conservarás solo lo que sea significativo para otros. Que,
paradójicamente, en realidad es lo esencial para vos.
Se puede comenzar dividiendo tus cosas por categorías y
centrarse en una a la vez. Nunca hay que empezar por objetos emocionales como
las fotografías, o será imposible avanzar.
Te vas a dar cuenta de que muchos de los recuerdos que
asociás con objetos, siguen estando aunque te deshagas de ellos. La memoria y
la emoción no son materiales.
Muchos de los objetos que no queremos en nuestra casa pueden
ser útiles para otros, como los libros o algunos muebles. Avisale a tus amigos
y familiares (incluso a gente que no te gusta, agrega Magnusson) de que estás en plena limpieza de
lo superfluo y que pueden llevarse lo que quieran, pero sin presionarlos. El
resto podés donarlo a ONGs.
El döstädning es
bueno para el planeta.
Da igual cuantas veces hayamos fingido entender la futilidad
de la vida. Hasta que no lo vemos bajo esta luz, no nos damos cuenta de que
nada que hayamos comprado lo podremos llevar con nosotros. Y automáticamente el
consumismo feroz se disipa.
Lo más importante es que el proceso sea agradable y no caer
en la tristeza.
Según Magnusson nos daremos cuenta de todo lo que hemos
amado, vivido y disfrutado la vida.
En el fondo, estamos hablando de un cambio de actitud.
Ante la vida. Ante la muerte.
Ante todo lo material y emotivo que nos rodea.
Desprenderse puede ser sanador.
Alberto Oneto



El concepto es sanador, pero opino que deberíamos ponerlo en marcha mucho antes de sentir que estemos caminando hacia el infinito. Lo dice quien suele caminar por la calle y mirar con cariño un tornillo tirado en la calle y detenerme a pensar fugazmente que quizá algún día podría necesitarlo. Estoy a full con la sueca !!! Un abrazo Negro
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