Las creencias limitantes

 

Tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, estás en lo cierto.
Henry Ford.

Ser o no ser.

Creer o no creer.

Casi toda mi vida, puse en duda los mandatos.

Los paternos, los de mis maestros. Más tarde los de los políticos.

No porque no tuvieran razón. Solo es que me guardé y me guardo el beneficio de la duda.

Esos mandatos nos fueron creando y nos crean creencias, valgan todas las redundancias.

Más allá de cómo cada uno los digiera.

Estas creencias pueden ser muy importantes para nuestra vida. Inspiradoras, pero también limitantes.

Las creencias limitantes pueden afectar en muchos ámbitos de la vida, desde el personal al laboral. De hecho, en el ámbito profesional son amigas íntimas del dichoso síndrome del impostor: una tendencia a dudar de las propias capacidades y no aceptar los logros como merecidos.

Existen tres tipos de creencias limitantes.

Las de posibilidad hacen referencia a algo que tú consideras imposible en términos absolutos.

Las de capacidad se dan cuando crees que tú no eres capaz de hacer algo que otras personas con más aptitudes sí pueden lograr.

Y las de merecimiento que acechan en tu subconsciente haciéndote creer que no mereces que te ocurra algo bueno.

Nuestras creencias proceden del entorno en el que hemos vivido, la experiencia y/o las opiniones de los demás.

Puede ser debido a algo que hayamos intentado hacer alguna vez y, como no nos salió bien, ya decimos que es imposible. Quizás alguien cercano (un familiar, un profesor, un compañero) nos dijo que no valíamos, que no podíamos lograrlo, etc.

Esta idea se queda grabada en nuestro subconsciente y, ante una situación similar, surge de manera automática. Y nosotros la aceptamos sin cuestionarla, como una verdad absoluta. Quizás hemos cambiado mucho desde aquella situación inicial y tenemos nuevas habilidades, pero nuestra mente se bloquea y nos impide actuar.

Muchas creencias limitantes tienen su origen en la infancia, de ahí la importancia de generar en los más pequeños ideas potenciadoras, que son ideas en positivo que nos impulsan a avanzar y superar dificultades.

No se trata de alentar a rajatablas a nuestros hijos para que jueguen bien a la pelota, cuando no hay talento, por ejemplo. Sería una exigencia desmedida. Frustrante.
En estos casos, lo mejor que podemos hacer es incentivar, pero no obligar. Tampoco consentir.

Este ejemplo, es a mi entender, esclarecedor en como debemos actuar con el prójimo en cuanto a su desempeño.

Imaginemos como marcamos a una persona, especialmente a un niño, con nuestros comentarios y pareceres.

Lo importante es tratar de entender al otro. Y mucho mejor comprenderlo.

Que no es lo mismo, ni es igual.

La diferencia principal es que entender implica una captación racional y superficial de una idea o situación, mientras que comprender significa una asimilación profunda y vivencial, que integra el conocimiento en el contexto de la experiencia personal y las emociones. Comprender no solo implica el "qué", sino también el "por qué" y el "cómo", y permite actuar con mayor flexibilidad y conocimiento

Si no llegamos a comprender al otro, es imposible que nos podamos poner en su piel.

Y es así que, queriendo o sin querer, vamos construyendo nuestras creencias limitantes.

Alberto Oneto

Comentarios

  1. Que bueno Alberto, lo importante es saberlo e intentar entender porque nos ocurren "ciertas cosas" , y mucho más impotante aún es no estigmatizar a los niños que tenemos en nuestro entorno, hijos, sobrinos , alumnos, ... etc ... todos podemos todo !!! Lo haremos mal, bien, regular , más o menos ... pero lo intentaremos sin prejuicios , ,,seguros,

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  2. Se me fué el dédito, perdón, decía ... seguros , sin prejuicios, todos somos capaces ... todos podemos todo, por eso es importante que de niños nos apoyen y alienten con amor .

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