La lengua
Debe ser el
órgano humano más polifacético. Cumple demasiados roles. Hasta sexuales.
Por una parte, como órgano, la lengua es crucial para la masticación y la
detección del gusto.
También tiene un
componente gestual.
Nos podemos
morder la lengua para no decir lo que no queremos.
Sacar la lengua
como saludo o desprecio.
Relamernos como
símbolo de delicia.
Mientras que como
sistema de comunicación, es un conjunto compartido de códigos que une a una
comunidad lingüística.
Y es aquí donde
vamos a adentrarnos.
En el lenguaje,
con tanas miradas diferentes.
La lengua colonizada
Don
Origen de la palabra: (latín donum: dote)
m. Dádiva, presente o regalo.
Cualquiera de los bienes naturales o sobrenaturales que
tenemos, respecto a Dios, de quien los recibimos.
Gracia especial o habilidad para una cosa.
Origen de la palabra: (latín dominus, señor.)
m. Título honorífico y de dignidad. Hoy es muy corriente y
se usa antepuesto al nombre de pila.
ant. Por sí solo, señor.
También es el orígen de la palabara dueño.
El tratamiento de don y de doña solo se da a personas que
pertenecen al mundo hispano, sea por su nacimiento o por matrimonio. Así lo
confirma el que se pueda decir por ejemplo, el presidente de la República de
Costa Rica don Carlos Alvaro Quesada, pero nunca el presidente de EE. UU. don
Donald Trump.
Vuestra merced
Merced significa "gracia". Vuestra merced sería el
equivalente en español a "your grace". Se utilizaba para Dios o la
realeza, dado el supuesto origen divino de la misma.
Referirse a alguien como ‘merced’ se hacía como una cortesía
hacía aquellas personas que no poseían título, rango o grado de tratamiento
alguno y, a modo de respeto, se iniciaba o mantenía cualquier conversación con
dicha fórmula de trato.
Vuestra merced con el paso del tiempo se fue contrayendo y
pasó a ‘vuesarced’, de ahí a ‘vuested’, el siguiente paso fue ‘vusted’ y
finalmente perdió la uve inicial y quedó como ‘usted’.
Patrón, na
Del lat. patrōnus; la forma
1. m. y f. Defensor, protector.
2. m. y f. Santo titular de una iglesia.
3. m. y f. Santo elegido como protector de un pueblo o
congregación religiosa, profesional o civil.
4. m. y f. Dueño de la casa donde alguien se aloja u hospeda.
5. m. y f. señor (persona a la que sirve un criado).
6. m. y f. patrono (persona que emplea trabajadores).
7. m. y f. Persona que manda un pequeño buque mercante o una
embarcación de recreo.
8. m. Modelo que sirve de muestra para sacar otra cosa igual.
9. m. Metal que se toma como tipo para la evaluación de la
moneda en un sistema monetario.
10. m. Planta en que se hace un injerto.
Es muy interesante que el patrono protege, ayuda, cuida. Y
el patrón, en cambio, generalmente, explota, descuida, somete.
La lengua confundida
El fumador de hachis y
cuya única propiedad eran sus hijos, en el fondo quería ser una persona
superior y también enseñar a domicilio. No quería ser un inferior, un
sirviente.
Pero también le
interesaba trabajar y no sufrir un instrumento de tortura. Ni tener que
agarrarse los testículos para que le crean constantemente.
Hubiera sonado como el
canto del macho cabrío.
Solo quería que su
corazón no deje de dar ladridos agudos.
Pero lamentablemente,
provocó un acto ingeniosamente estúpido y terminó en un dormitorio, y sus
amigos comiendo mucha comida funeraria.
Este primer párrafo está escrito según una estricta
etimología de las palabras.
Esta es la increíble “traducción” a nuestra lengua, dejando
etimologías aparte:
El asesino y proletario,
en el fondo quería ser un maestro y también un pedante. No quería ser un
ministro.
Pero también le
interesaba currar y no trabajar. Ni tener que testificar para que le crean
constantemente.
Hubiera sonado como
una tragedia.
Solo quería que su
corazón no deje de dar latidos.
Pero lamentablemente,
provocó un oxímoron y terminó en un cementerio, y sus amigos comiendo
macarrones.
La lengua enojada
Chinche
ZOOLOGÍA Insecto
hemíptero de cuerpo aplastado y ovalado, antenas cortas y cabeza inclinada
hacia abajo, nocturno, fétido, con aparato bucal que chupa la sangre humana
taladrando la piel.
Chincheta, especie de clavo
adj./ s. m. y f. coloquial Se aplica a la persona chinchosa
o que es muy exigente y puntillosa en el trabajo o servicio a su cargo y difícil
de contentar.
m. (Méx.) Cárcel
Carajo
Parte más alta del barco y que mandar a alguien al carajo es
una expresión que proviene justamente de mandarlo a tan inhóspito lugar, como
viene a ser los más alto del palo mayor.
m. malson. miembro viril.
m. y f. despect. malson. Col., C. Rica, Hond., R. Dom. y
Ven. Persona a la que en una conversación no se quiere mencionar para
desvalorizarla.
al carajo
expr. malson. U. para expresar un fuerte rechazo de algo o
de alguien. Al carajo tus consejos
interj. malson. U. para expresar sorpresa, contrariedad,
etc.
del carajo
loc. adj. ponder. malson. Muy grande o muy intenso. Un
susto, un frío del carajo.
loc. adj. despect. malson. Despreciable, enfadoso o molesto.
Un imbécil del carajo.
irse algo al carajo
loc. verb. malson. Estropearse o tener mal fin.
mandar a alguien al
carajo
loc. verb. malson. Rechazarlo con insolencia y desdén.
qué carajo
expr. malson. Denota fuerte negación, decisión,
contrariedad, etc.
un carajo
loc. adv. malson. Muy poco o nada. Me importa un carajo. U.
t. c. loc. pronom. No vale un carajo.
La lengua postergada
Trabajé durante casi toda mi vida en el Correo Argentino.
Fundamentalmente haciendo estampillas.
Para que la gente pueda franquear sus cartas.
Las acepciones de la palabra franquear, según la Real
Academia Española, son muy interesantes:
1. tr. Abrir camino, desembarazar, quitar
los impedimentos que estorban e impiden el curso de algo. Franquear el paso.
2. tr.
Pasar de un lado a otro o a través de algo. Franquear la puerta.
3. tr.
Pagar previamente en sellos el porte de un objeto que se remite por el correo.
4. tr.
Liberar a alguien de una contribución, tributo, pecho, etc.
5. tr.
Conceder algo con generosidad.
6. tr.
desus. Dar libertad al esclavo.
7.
Descubrir su interior a otra.
8. prnl.
desus. Hacerse franco (libre de obstáculos).
Obviamente,
siempre me interesaron las cartas.
Aquellos
mensajes que terminaban dentro de un un sobre y que nosotros nos encargábamos
de que llegue a destino:
1. m. hado
(‖ fuerza desconocida).
2. m.
Encadenamiento de los sucesos considerado como necesario y fatal.
3. m.
Circunstancia de serle favorable o adverso a alguien o a algo el destino
4. m.
Consignación, señalamiento o aplicación de una cosa o de un lugar para determinado
fin.
5. m.
empleo (‖ ocupación).
6. m.
Lugar o establecimiento en que alguien ejerce su empleo.
7. m.
Meta, punto de llegada.
Las
polisemias de las palabras son maravillosas....
Y, mientras
tanto, el tiempo pasa.
Nadie
escribe cartas. Nadie va al buzón. Nadie va al Correo del barrio.
Hasta hace
muy poco, todos hablábamos por teléfono y luego por celular. La comunicación
era vocal. A nadie se le ocurría escribirle a nadie.
Para qué ?
Si todo era más veloz.
El tiempo
sigue pasando
Nadie habla
por teléfono. Nadie llama por celular.
Increíblemente,
recuperamos la vieja costumbre.
Volvimos a
escribir.
Nos enviamos
mensajes con letras, signos, neologismos, abreviaturas y hasta con dibujitos.
Como en las cartas para Papá Noel.
Las
estampillas quedaron para los coleccionistas.
Pero, al
menos, de un modo u otro, recuperamos las cartas. Esos manuscritos...
La lengua tribal
Según relatan los libros de Historia, tras la fundación de
Roma se dividió a la ciudadanía en tres grupos, formando estos lo que se conoció
como ‘tribus’.
A partir de ahí cada sub grupo (comunidad, clan, familia…)
que fue surgiendo siguió recibiendo la denominación de ‘tribu’.
Cuando uno de esos grupos debía de ser representado (por
ejemplo por un magistrado) elegían al ‘tribuno’ (literalmente ‘representante de
la tribu’) y éste exponía sus argumentos en una plataforma elevada desde la que
se dirigía al auditorio y que recibía el nombre de ‘tribuna’, estando colocada
en el lugar donde se tomaba decisiones y que acabó adquiriendo el nombre de
‘tribunal’.
Los miembros de una tribu no estaban exentos de aportar un
pago en forma de impuesto y que era destinado al sostenimiento de la comunidad,
país o gobierno y que pasó a ser denominado como ‘tributo’ y la acción de
hacerlo era ‘tributar’.
A veces ese pago no era realizado individualmente, por cada
uno de los miembros pertenecientes a una tribu, sino colectivamente, naciendo
ahí el concepto de ‘contribuir’ (aportar conjuntamente un tributo).
El hecho de que en ciertas ocasiones se decidiera contribuir
voluntariamente, con intención de ayudar a una causa o venerar una deidad o
personaje solemne, fue lo que hizo que el término ‘tributo’ también recibiera
la acepción de ‘homenaje’ (de ahí expresiones como ‘concierto tributo a …’).
‘Atribuir’ algo a alguien o al colectivo significaba asignar
la competencia o capacidad de los miembros de la tribu y los rasgos y
cualidades asignados a estos eran los ‘atributos’.
Y, si seguimos hablando del número 3…
Trivial
En el latín clásico había un sustantivo neutro que servía
para denominar al “lugar donde concurren tres calles, tres caminos”, y que
terminó denominando cualquier cruce, sin necesidad de que fuera tres el número
de las calles que lo componían. A este sitio se le llamó trivium, lugares de
charla y zonas de reposo donde tradicionalmente se encontraban los viajeros,
las personas de negocios, las prostitutas, los albergues y posadas, etc. De ahí
derivó, entre otros, el adjetivo “trivialis”, que ya es definido por el
historiador Suetonio en el año 69 como algo “ vulgar, ordinario, de poca
importancia, común y corriente”. De ahí surgió trivial, que es un adjetivo que
describe algo común, que carece de importancia o novedad, sabido por todos.
Como vemos, la lengua es tan maravillosa como filosa.
Alberto Oneto



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