Mis amigos...
Algunos son flacos y altos.
Otros tienen un buen lomo.
Y también los hay gordos, macizos.
Casi siempre lucen de modo diferente. Los
hay elegantes, otros informales y algunos desprolijos.
Pero bueno, esa es la parte que se ve. Lo
más interesante lo tienen adentro. Su interior.
Usualmente tienen caracteres diferentes,
como es lógico. Pero todos son negro sobre blanco.
Algunos son de pocas palabras. Otros tienen
las palabras justas. Y a otros las palabras, a veces, les sobran.
También cuando los tocás, se puede sentir
en la piel tersura o rugosidad. Y pueden tener un aspecto joven o viejo. Entre
los más viejos se aprecia el paso del tiempo. Tienen cicatrices, arrugas,
marcas.
Una condición que se da con la mayoría, es
que, como todos, tienen errores. Pero en
algún momento dan fe de sus errores. Eso los enaltece.
Es imposible encontrar dos iguales. Es
difícil saber su origen. A veces los apellidos ayudan.
Lo cierto es que casi siempre los queremos
de principio a fin. Ocasionalmente los abandonamos al poco tiempo. Son los que
nos defraudan.
Y, como somos posesivos, no queremos que
nadie se apodere de ellos. Los atesoramos.
Así son mis amigos... Los libros
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