Los que no pueden más
Por el tema, tan sensible y porque alguna vez, en mi niñez, atravesé por esta etapa.
Los datos que siguen, son realmente alarmantes. Especialmente porque las cifras van en aumento.
El suicidio es un fenómeno multidimensional que ha sido abordado desde diversas disciplinas y corrientes teóricas. Desde el punto de vista clínico y de salud pública el suicidio es una de las principales causas de muerte en el mundo y se considera que es la tercera causa de muerte en adolescentes en Latinoamérica.
La tasa de suicidio en los países en desarrollo va en aumento, pero además existen diferencias en las tasas de suicidio entre los países latinoamericanos. Algunas de estas diferencias pueden explicarse por factores religiosos o culturales así como por la frecuencia de algunos factores de riesgo como desempleo, acceso a potenciales métodos letales, trastornos mentales y consumo de sustancias psicoactivas. En algunos países latinoamericanos se describen altas frecuencias de ideación e intento suicida en personas entre los 10 y 24 años.
Los resultados de diversos estudios señalan que los hombres se suicidan entre tres a cuatro veces más que las mujeres, aunque son las mujeres quienes más lo intentan. Este patrón puede explicarse por una mayor frecuencia de síntomas depresivos y el uso de métodos menos letales por parte de las mujeres. Se ha observado que las mujeres, en 46% de los casos, produjeron su muerte por intoxicación o envenenamiento, en tanto que los hombres prefirieron la asfixia mecánica por ahorcamiento en 40% de los casos.
En una revisión sistemática se concluyó que 29.9% de adolescentes ha tenido ideas suicidas en algún momento de su vida y 9.7% han atentado contra sí mismos alguna vez en la vida.
El Ministerio de Seguridad argentino reportó un aumento de “muertes violentas” del orden del 5% entre 2022 y 2023. Bajo esa categoría se ubican los suicidios. La Organización Panamericana de la Salud lo considera una enfermedad crónica no transmisible.
Ese porcentaje no refleja acabadamente la realidad, cuando solo el 1% de los hospitales y clínicas informan los casos que alimentan las bases nacionales. El programa de notificación, que obliga a reportarlos semanalmente, comenzó a funcionar en 2022, y lejos está aún de incluir al total de instituciones. A medida que se suman, aumentan los casos registrados. La media nacional para 2023 fue de 9,8, con 4195 suicidios registrados para el Ministerio de Seguridad.
Entre Ríos es la provincia con la mayor tasa de suicidios del país, En 2022, alcanzó los 11,2 suicidios por cada 100.000 personas, según el Ministerio de Salud, pero para el de Seguridad fueron 18,3. La diferencia radica en que la cartera de Salud no contempla los fallecimientos que no llegaron a alguno de sus 65 hospitales. Las mayores subas en esa provincia se registran entre mayores de 65 años y en jóvenes.
En Córdoba también se presentaban diferencias similares. En 2023 se contabilizaron 198 intentos de suicidio, pero el Ministerio de Seguridad nacional hablaba de 289. En 2024, con más instituciones involucradas en el programa, ya suman 390.
No hay dudas respecto de que el aislamiento impuesto por la pandemia de Covid-19 profundizó la crisis global de salud mental. Se habla por ello de la “cuarta ola” del Covid. Unicef reveló que el 72% de los adolescentes necesitaron apoyo emocional en pandemia. Hablemos de Suicidio es una valiosa propuesta de la Fundación La Nación. Según datos oficiales, en la Argentina el suicidio es la segunda causa de muerte adolescente; la primera son los siniestros viales. No hay soluciones mágicas, pero todos podemos prevenir situaciones evitando estigmatizar y hablando abiertamente con quienes buscan respuestas.
En los últimos 30 años se triplicaron los casos de suicidio en la adolescencia. Según un estudio realizado por Unicef Argentina, en 2019 la cifra ascendió a 12.7 cada 100 mil adolescentes de entre 15 y 19 años. Después de la pandemia por coronavirus, los casos se incrementaron.
Según datos de la Sociedad Argentina de Pediatría de 2022, se suicidan más los adolescentes de entre 15 y 19 años que los de 10 a 14 y, si bien los varones tienen mayor tasa de letalidad (efectividad), la estadística indica que la relación de intentos de suicidio es de 1 varón cada 4 mujeres.
Otro dato relevante para el abordaje de estos pacientes es que la conducta autolesiva no siempre está acompañada por ideación suicida, algo que ocurre en el 17% de los adolescentes con autolesiones y predomina entre los chicos de 15 y 16 años.
Por ser un centro de alta complejidad, “el Garrahan trata a chicos que acuden por casos graves o a quienes están en seguimiento por sus patologías de base, ofreciéndoles un abordaje interdisciplinario que integra al individuo y a su familia”, indicó Bordato. Entre 2018 y julio de este año, egresaron del Hospital 79 pacientes tratados por intento o ideación suicida y autoagresiones. El resto de los pacientes son derivados a centros de menor complejidad o cercanos a los domicilios.
Desde la reglamentación de la Ley Nacional de Salud Mental Nº 26657 —que tiene como objeto garantizar el derecho a la protección de la salud mental y el pleno goce de los derechos humanos—, las personas con padecimiento mental deben recibir tratamiento en hospitales generales y no solamente en instituciones psiquiátricas.
Desarmando mitos
Los mitos o falta de información vinculada al suicidio funcionan como trabas a la hora de reconocer las señales de alarma. Por ejemplo, la idea de que quien anuncia el suicidio no lo va a ejecutar o el hecho de sobrevalorar mejoras tras episodios de crisis. “Hay que hablar y preguntar, darle lugar a que el chico se abra y cuente”, enfatizó la psiquiatra.
Algunas de las señales de alarma pueden ser detectadas por familiares o el entorno habitual del adolescente: la aparición de conductas y sentimientos como desesperanza, ansiedad, impulsividad o alto nivel de agresión son signos para prestar atención.
En ámbitos ajenos al círculo familiar, como colegios y clubes, es importante atender señales como disfunción familiar, historia de abuso sexual, situaciones de violencia física, rechazo social, aislamiento o victimización. El rechazo a la identidad u orientación sexual o el atravesamiento de una enfermedad grave son otros aspectos para considerar.
En ámbitos de salud, son atendibles los trastornos mentales tales como depresión, trastorno bipolar y estrés postraumático, entre otros.
Se hizo hincapié en el abordaje biopsicosocial que contempla factores biológicos, psicológicos, sociales y culturales. Una de las tendencias que predominan y que se busca revertir es brindar como primera respuesta médica a la crisis un tratamiento farmacológico: “Hay que ir de menos a más”, resaltaron las profesionales.
En Argentina, muere una persona cada tres horas por suicidio, según el último informe de la Dirección de Estadísticas e Información de Salud, que depende del Ministerio de Salud de la Nación. En 2021, hubo en total 2865 suicidios, lo que representa 6 muertes cada 100 mil habitantes. Para entender la dimensión y gravedad del tema, sirve exponer que la cifra superó la cantidad de fallecimientos ocurridos ese mismo año a causa de otras enfermedades como bronquitis y bronquiolitis agudas, apendicitis y malformaciones congénitas.
Hay otro dato que alarma: del total de suicidios, 68 fueron de niños y niñas de 10 a 14 años; 301 de adolescentes de 15 a 19; 410 de jóvenes de 20 a 24 y 365 de adultos de 25 a 29. En el caso de los suicidios en jóvenes y adolescentes, las curvas de los últimos años van siempre hacia arriba, dejando al descubierto lo preocupante de este fenómeno social y de salud pública. De hecho, es la segunda causa de muerte por causas externas (detrás de los siniestros viales) entre los 15 y 29 años.
¿Desde qué edad un niño puede tener pensamientos suicidas?
Los especialistas vienen observando con preocupación una baja en la edad de las niñas y los niños con ideación e intentos de suicidio. El panorama, advierten, se agudizó no solo durante las medidas de aislamiento por la pandemia, sino sobre todo en el período que vino después, con la vuelta a las clases y el retorno a la presencialidad, que en muchos casos disparó angustias latentes. “Vemos un aumento de consultas de chicos, por ejemplo, de entre 7 y 9 años, con una sintomatología más grave, donde hay muchísima impulsividad y verbalización de ideas de suicidio”, subraya Gisela Rotblat, jefa de Psiquiatría e Interdisciplina del Servicio de Salud Mental Pediátrica del Hospital Italiano, y coordinadora de la residencia de psiquiatría infantojuvenil de esa institución.
Por otro lado, psiquiatras y psicólogos sostienen que la motivación que lleva a pensar o intentar un suicidio en el caso de las chicas y los chicos, no siempre es la muerte, sino que se trata de una forma de buscar alivio a un sufrimiento psíquico inmenso, que no está pudiendo ser canalizado de otra forma.
La psiquiatra infantojuvenil Silvia Ongini explica que antes de los 5 años, “las niñas y los niños no tienen una conciencia de muerte como desaparición total o infinita”. A medida que van creciendo, eso cambia; y, desde los 8 o 9 años, “van a entender la muerte como una pérdida para siempre, como fin de la vida”.
¿Cuándo pueden los chicos comenzar a pensar en el suicidio como una alternativa para terminar con su sufrimiento?
“Lamentablemente, empezamos a escucharlo a partir de los 6 años. Muchas veces se manifiesta tomando elementos del marco en que en esa familia se haya edulcorado alguna pérdida: por ejemplo, con frases como: 'Me quiero ir a las estrellas y estar en un lugar de mucha paz como el abuelo, que ya no sufre y está feliz'. Son cosas que normalmente los adultos dicen para que los niños pequeños puedan tramitar el sufrimiento y darle un sentido a la muerte de un ser querido, pero ellos lo toman literal. Muchas veces escuchás que, frente a un estado de estrés importante, no es que quieren morirse, pero desean ir a 'ese lugar de paz'”, agrega Ongini.
Fuentes:
Óscar E Vera-RomeroI; Cristian Díaz-Vélez
Diario La Nación
Hospital Garrahan
Para cerrar vamos con, para muchos, el mejor tema de Charly García de toda su trayectoria, aunque…
…“‘Viernes 3 AM’ tiene un error”, reconoce Charly. “Dice ‘bang, bang, bang’. Nadie puede pegarse tres tiros. Con el primero ya se mató.”
Quizás el hecho que no sea perfecto lo hace aún más humano.
Viernes 3 AM
La fiebre de un sábado azul
Y un domingo sin tristezas
Esquivas a tu corazón
Y destrozas tu cabeza
Y en tu voz, sólo un pálido adiós
Y el reloj en tu puño marcó las tres
El sueño de un sol y de un mar
Y una vida peligrosa
Cambiando lo amargo por miel
Y la gris ciudad por rosas
Te hace bien, tanto como hace mal
Te hace odiar, tanto como querer y más
Cambiaste de tiempo y de amor
Y de música y de ideas
Cambiaste de sexo y de Dios
De color y de fronteras
Pero en sí, nada más cambiarás
Y un sensual abandono vendrá y el fin
Y llevas el caño a tu sien
Apretando bien las muelas
Y cierras los ojos y ves
Todo el mar en primavera
Bang, bang, bang
Hojas muertas que caen
Siempre igual
Los que no pueden más
Se van
https://youtu.be/kzupWpAIh10?si=qQIxA_SZ9kPNaf9b
Alberto Oneto
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