Pronóstico del tiempo
Hoy me decidí a
googlear un concepto que no tenía claro.
¿Por qué decimos
tiempo o clima como si fuera indistinto?
Y claro, descubrí
que son totalmente diferentes.
El tiempo es el
estado de la atmósfera en un sitio particular durante un corto periodo.
El clima se
refiere al patrón atmosférico de un sitio extenso durante un periodo largo. Lo
suficientemente largo para producir promedios significativos, usualmente 30
años.
Cuando en la tele
dicen que tienen el clima para mañana, es un imposible, evidentemente.
Y, por otra
parte, el pronóstico, no es otra cosa que una señal por donde se conjetura o
adivina algo futuro.
Parece poco fiable para generar confianza.
Pero el título de
esta reflexión no tiene nada que ver con la meteorología.
Estamos hablando
de otro tiempo.
Ese tiempo que
dominan los relojes, los días y los calendarios.
Nuestro tiempo.
Que siempre va asociado a nuestra vida.
El tiempo es el
cuentagotas de nuestra vida hasta que, en algún momento, se acaba el contenido
del frasco.
Pero siempre lo
vivimos con intensidad.
Un escritor que
ha hecho un culto del tiempo es Milan Kundera.
“El tiempo humano no da vueltas en redondo, sino
que sigue una trayectoria recta. Ese es el motivo por el cual el hombre no puede
ser feliz, porque la felicidad es el deseo de repetir.”
La insoportable levedad del ser
"Había quedado cortado el estudio, la
participación en el movimiento, el trabajo, las relaciones con los amigos,
había quedado cortado el amor y hasta la búsqueda del amor, había quedado
cortado, sencillamente, todo el sentido de mi trayectoria vital.
No me había quedado más que el tiempo.
Pero, en cambio, a éste lo estaba conociendo tan íntimamente como nunca antes
me había sido posible. Ya no era un tiempo como aquel con el que me solía topar
antes, un tiempo convertido en trabajo, en amor, en todo tipo de esfuerzo, un tiempo
al que aceptaba sin fijarme en él, porque tampoco él me importunaba y se
escondía decentemente detrás de mi propia actividad.
Ahora llegaba hasta mí desnudo, solo en sí mismo, con su aspecto original y
verdadero y me obligaba a llamarlo por su nombre propio (ya que ahora vivía el
tiempo escueto, el mero tiempo vacío), a no olvidarme de él ni por un momento,
a pensar permanentemente en él y a sentir continuamente su peso."
La Broma
Son dos miradas
muy diferentes del tiempo. Ambas profundas e irremediables.
Son como la
verdad, que, como dice Joan Manuel Serrat, nunca es triste, lo que no tiene es
remedio.
“En la vida no hay momentos decisivos o
significativos. El tiempo de vida ya no se estructura en cortes, finales,
umbrales ni transiciones. La gente se apresura, más bien, de un presente a
otro. Así es como uno envejece sin hacerse mayor. Y, por último, expira a
destiempo. Por eso la muerte, hoy en día, es más difícil.
La información no tiene aroma.
La narración da aroma al tiempo. El tiempo diacrónico, en cambio, es un tiempo
sin aroma. El tiempo comienza a tener aroma cuando adquiere una duración,
cuando cobra una tensión narrativa o una tensión profunda, cuando gana en
profundidad y amplitud, en espacio. El tiempo pierde el aroma cuando se despoja
de cualquier estructura de sentido, de profundidad, cuando se atomiza o se
aplana, se enflaquece o se acorta. Si se desprende totalmente del anclaje que
le hace de sostén y de guía, queda abandonado. En cuanto pierde su soporte, se
precipita.
La aceleración de la que tanto se habla hoy en día no es un proceso primario
que acaba comportando distintos cambios en el mundo de la vida, sino un
síntoma, un proceso secundario, es decir, una consecuencia de un tiempo que se
ha quedado sin sostén, atomizado, sin ningún tipo de gravitación que lo rija.
El tiempo se precipita, se agolpa para equilibrar una falta de Ser esencial,
aunque no lo consigue, porque la aceleración por sí misma no proporciona ningún
sostén. Solo hace que la falta de Ser resulte incluso más penetrante.”
Byung-Chul Han
El tiempo tiene
miles de máscaras que nos vamos intercambiando constantemente.
Si lo llevamos al plano de pasado, presente y futuro, es cuando nos damos cuenta de cuantas veces hemos ido intercambiando esas máscaras. Muchas veces conscientes, otras no tanto.
El retorno a uno mismo es una figura
literaria del olvido, y de la memoria.
El pasado es consideración. El presente es atención. El futuro es intención
Marc Augé
Tiempo al tiempo,
dice el refrán.
Y es que el tiempo
no para.
Y que el tiempo
pasa y nos vamos poniendo viejos.
Pero de lo único
de lo que estoy seguro, es que el tiempo no tiene pronóstico.
Alberto Oneto
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