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Esther

En el jardín de casa hay muchas abejas. Son hermosas y amigables, chupeteando todas las plantas. Yo decidí llamarlas Esther. Todas son Esther. Y, desde hace un tiempo, una Esther viene todas las mañanas a tomar mate conmigo en la mesa del jardín. Revolotea a mi alrededor durante un tiempo hasta que logra llegar y beber del mate. También a la bombilla, mientras yo no tomo. Se posa en el borde y toma toda el agua que queda en el borde una y otra vez. Inclusive, a veces, mete su cabeza dentro de la bombilla, hasta que se sacia. Después se va. Al rato, vuelve. Lo curioso es que este rito de Esther sucede solo cuando yo estoy.  Suelo dejar el mate en la mesa del jardín durante toda la tarde, cuando ya no tomo, y Esther desaparece.  Pero casualmente cada vez que voy a fumar, ella reaparece. Para seguir tomando agua, pero creo que también para estar conmigo. Para hacerme compañía. Estoy convencido que no es cualquier Esther. Que es siempre la misma. Ella feliz. Yo también. (Basado en un hecho

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